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Hacia fines del siglo XVI y comienzos del XVII,
la Santísima Virgen de El Buen Suceso
previó, en sucesivas apariciones a la Abadesa
del Monasterio de la Limpia Concepción de Quito,
Venerable Madre Mariana de Jesús Torres,
las catástrofes espirituales y materiales que deberían acontecer en el siglo XX.
la Santísima Virgen de El Buen Suceso
previó, en sucesivas apariciones a la Abadesa
del Monasterio de la Limpia Concepción de Quito,
Venerable Madre Mariana de Jesús Torres,
las catástrofes espirituales y materiales que deberían acontecer en el siglo XX.
El virtuoso escultor Francisco de la Cruz del Castillo estaba atónito. Llegó para dar los últimos retoques a la imagen en la que venía trabajando y la encontró transformada y embellecida en todos sus detalles.
“¡Madres, madres, esta imagen no es obra mía, sino
angélica!”, exclamó tomado de un temor reverencial.
La
madre Mariana conocía la verdad. La imagen de la Virgen del Buen Suceso, que el
hábil artista confeccionaba, había sido terminada milagrosamente por ángeles,
cuyos cánticos fueron oídos por toda la comunidad...
No era
la primera vez que Mariana Francisca de Jesús Torres y Berriochoa (1563-1635),
una de las siete españolas fundadoras del Real Monasterio de la Limpia
Concepción de Quito (1577), se deparaba con un hecho
sorprendente.
Su
vida, desde los 13 años de edad, era un continuo contacto con lo sobrenatural.
Las apariciones de Nuestro Señor, de su Santa Madre, de santos y de demonios, le
eran frecuentes.
A esta
hija de Santa Beatriz de Silva le fue desvendado el futuro como a pocas almas
privilegiadas. Y las revelaciones que le fueron confiadas, particularmente las
que tienen relación con nuestros días, impresionan por la precisión, riqueza de
detalles y semejanza con las de Fátima.
“Soy María del Buen Suceso, Reina del Cielo y de
la Tierra”
Fue el
2 de febrero de 1594 que la Santísima Virgen se apareció por primera vez a la
joven abadesa.
La
madre Mariana, con la frente en tierra, con lágrimas y suspiros, suplicaba a la
Divina Majestad remedio para los muchos males que afligían aquella floreciente
cristiandad y su convento.
Oyó
entonces una voz celestial que la llamaba por su nombre. Vio frente a ella a
Nuestra Señora refulgiendo en medio de una inmensa claridad. Traía al Niño Jesús
en el brazo izquierdo, y un báculo de oro en la mano derecha.
—
“Soy María del Buen Suceso, Reina de los Cielos y de la Tierra”, le dijo
la Madre de Dios. “Tus oraciones, lágrimas y penitencias son muy agradables a
nuestro Padre celestial [...] Ahora
quiero que esfuerces tu corazón y que no te abata el sufrimiento: larga será tu
vida para gloria de Dios y de tu Madre que te habla. Mi Hijo Santísimo te regala
el dolor en todas sus formas; y, para infundirte el valor que necesitas, tómale
de mis brazos en los tuyos”.
Al
recibir al Niño Jesús en sus brazos, sintió el mayor deseo de sufrir y de
consumirse como víctima para aplacar la Justicia Divina, si fuera posible, hasta
el fin del mundo.
En la segunda aparición, el 16 de enero de
1599, la Santísima Virgen le dio a conocer diversos hechos futuros. Al
despedirse de la madre Mariana de Jesús, Nuestra Señora le
manifestó:
“Es
voluntad de mi Hijo Santísimo que tú misma mandes a trabajar una estatua mía,
tal como me ves y la coloques encima de la Silla de la Prelada, para desde allí
gobernar mi monasterio [...] para que
entiendan los mortales que yo soy poderosa para aplacar la Justicia Divina,
alcanzar piedad y perdón a toda alma pecadora que acuda a mí con corazón
contrito, porque soy la Madre de Misericordia y en mí no hay sino bondad y
amor”.
En los
años siguientes, la religiosa sufrió un terrible calvario. Sólo el 5 de febrero
de 1610 se pudo contratar al escultor designado por Nuestra
Señora.
Don
Francisco de la Cruz del Castillo, español de noble linaje, vivía en Quito con
su esposa y tres hijos. Recibió el encargo de su Reina como un regalo del Cielo.
Casi un año después señaló que la imagen estaba prácticamente lista y que apenas
faltaban pequeños retoques en la pintura, para lo cual fue a procurar los
mejores tintes. El día 16 de enero de 1611 regresó al convento con el deseo de
concluir su obra, pero...
San Francisco de Asís y los tres arcángeles
concluyen la imagen
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De la
imagen aún inacabada salían rayos vivísimos. La pintura base aplicada por Del
Castillo caía al suelo junto con fragmentos de madera, los trazos de la imagen
se volvían más suaves y su fisonomía más celestial. Pero solamente la madre
Mariana veía como, a pedido de San Francisco, los tres arcángeles —Miguel,
Gabriel y Rafael— completaban la obra “mientras la Reina de los ángeles y de los hombres se
acercó a la imagen y penetró en ella, como los rayos del sol penetran por
hermosos cristales. En ese momento la sagrada imagen cobró vida y cantó con
celestial armonía el Magníficat”.
Francisco de la Cruz del Castillo, el asombrado
escultor, declaró en un documento escrito, y bajo juramento, que la hechura de
la imagen no estaba como él la dejó al salir de la clausura la tarde anterior,
haciendo constancia de la milagrosa transformación operada en su primitivo
trabajo.1
Nuestra Señora profetiza acerca de los siglos
XIX y XX
La
madre Mariana contó después en confesión al obispo de Quito, Fray Salvador de
Ribera Avalos O.P., todos los detalles de lo ocurrido. Añadió que tales hechos,
así como su vida, sólo serían revelados en el siglo XX: “en aquellos tiempos
de mucho decaimiento de la fe”. Le habló también del papel que debería tener
entonces la advocación a Nuestra Señora del Buen Suceso.
“La
voluntad de Dios es dejar esta advocación y tu vida —le dijo la Santísima Virgen en otra
ocasión— para ese siglo en el que la
corrupción de costumbres será casi general, y la luz primera de la fe estará
casi extinguida”.
Y en la
última aparición, el 8 de diciembre de 1634, la Reina del Cielo y de la Tierra
así le profetizó a la madre Mariana: “...mi culto bajo la consoladora invocación de El Buen
Suceso .... en la casi total corrupción del siglo XX será el sostén y
salvaguardia de la fe”.
Profecías ya
realizadas
Al
analizar la credibilidad de previsiones que abarcan épocas diferentes, conviene
indagar antes si algunas de ellas ya se cumplieron y de qué
modo.
En el
caso de la madre Mariana de Jesús Torres, está históricamente comprobado que la
mayor parte de las revelaciones que le hizo la Santísima Virgen se cumplieron. Y
con tanta exactitud, que no sería prudente poner en duda la realización de las
que están pendientes.
•
Emancipación de España
Entre
las profecías que se cumplieron, citamos la siguiente, tomada de la aparición
del 16 de enero de 1599:
“Dentro de poco tiempo dejará de ser colonia y será
república libre, la patria en que vives... [el Ecuador]
necesitará almas heroicas para sostenerse a través de tantas calamidades
públicas y privadas”.
•
“Un presidente de veras cristiano” que recibirá la palma del
martirio
Más de
una vez la Santísima Virgen profetiza al heroico presidente ecuatoriano Gabriel
García Moreno (1821-1875) y su martirio, en términos altamente
elogiosos:
“En
el siglo XIX vendrá un presidente de veras cristiano, varón de carácter, a quien
Dios Nuestro Señor le dará la palma del martirio en la plaza en cuyo sitio está
éste mi convento; él consagrará la república al Divino Corazón de mi amantísimo
Hijo y esta consagración sostendrá la Religión Católica en los años posteriores
que serán aciagos para la Iglesia”.
•
Proclamación de los dogmas de la Inmaculada Concepción y de la
Asunción
En la
aparición del 2 de febrero de 1634, la Virgen entregó a la madre Mariana su Niño
Jesús, que le reveló:
“El
dogma de fe de la Inmaculada Concepción de mi Madre será proclamado cuando más
combatida esté mi Iglesia y cautivo mi Vicario.2 Del mismo modo [lo
será] el dogma de fe del Tránsito y
Asunción en cuerpo y alma a los Cielos de mi Madre
Santísima”.
•
Canonización de la madre Beatriz de Silva
En su
testamento espiritual, la madre Mariana de Jesús, hablando de la relación de las
concepcionistas con los franciscanos, advierte a sus hijas:
“Quien quiera que pretenda prescindir de Francisco y
Beatriz no pertenece a la Real y verdadera Orden Concepcionista Franciscana y,
por lo tanto, no las reconocen por hijas este santo Padre Francisco, ni la santa
Beatriz, la que subirá a los altares en el siglo XX”.3
Profecías que se vienen cumpliendo o están por
cumplirse: la Revolución
Al
indicar el agente de la crisis tan catastrófica que describe en sus profecías
sobre los siglos XIX y XX, Nuestra Señora del Buen Suceso se refiere a las
herejías en general y a las sectas, o simplemente a la secta.
Esas
herejías o sectas tendrían el poder para extender sus garras desde el recinto
sagrado del Templo hasta el hogar, influenciando perniciosamente todos los
campos de la actividad humana.
•
Libertinaje, impureza, corrupción de mujeres y niños
“...Se desbordarán las pasiones y habrá una total
corrupción de costumbres, por casi reinar Satanás con las sectas masónicas,
tendientes principalmente a corromper a los niños para sostener con ese medio la
corrupción general. ¡Ay de los niños de ese tiempo!: el sacramento del Bautismo
lo recibirán difícilmente, la Confirmación, de igual
manera”.
“Habiéndose apoderado la secta de todas las clases
sociales, tendrá tanta sutileza para introducirse en los hogares domésticos, que
perdiendo a la niñez, se gloriará el demonio de alimentarse con el exquisito
manjar de los corazones de los niños. En esos aciagos tiempos, apenas se
encontrará inocencia infantil, de esa manera irán perdiéndose las vocaciones
para el sacerdocio, que será una verdadera calamidad”.
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“La
atmósfera repleta del espíritu de impureza, el que a manera de un mar inmundo
correrá por calles, plazas y sitios públicos con una libertad asombrosa de
manera que casi no habrá en el mundo almas vírgenes. La delicada flor de la
virginidad, tímida y amenazada de completa destrucción, lucirá de
lejos”.
•
Puerta abierta para el divorcio, el concubinato, los hijos ilegítimos, la
educación laica...
“El
sacramento del matrimonio, el que representa la unión de Cristo con la Iglesia,
será atacado y profanado en toda la extensión de la palabra... [se aprobarán]
inicuas leyes procurando extinguirlo, facilitando a todos vivir mal y
propagándose la generación de hijos mal nacidos y sin la bendición de la
Iglesia, irá decayendo rápidamente el espíritu cristiano.
“Apagándose la luz preciosa de la fe hasta llegar a casi
una total y general corrupción de costumbres; esto, unido con la educación
laica, será motivo de escasear las vocaciones sacerdotales y
religiosas”.
•
Desestima por la unción de los enfermos
“El
sacramento de la extremaunción, por ese tiempo en el que faltará en esta pobre
Patria el espíritu cristiano, será poco acatado y muchas personas morirán sin
recibirlo, ya por descuido de las familias, como por un mal entendido afecto
hacia sus enfermos...”
• La
Sagrada Eucaristía será profanada y pisoteada
Peor
aún se dará con la Sagrada Comunión: “¡Ay, cuánto siento manifestarte que habrá muchos y
enormes sacrilegios públicos y también ocultos, profanando la Sagrada
Eucaristía!... Mi Hijo Santísimo se verá rodado por el suelo y pisoteado por
inmundas plantas”.
Crisis de fe,
crisis en la Iglesia
Para un
católico es forzoso relacionar la crisis religiosa y moral que sacude al mundo
occidental con la decadencia verificada en las filas del clero y las órdenes
religiosas.
Jesucristo dijo que los sacerdotes son la sal de la
tierra y la luz del mundo. Si esa luz deja de iluminar, irreversiblemente se
abre paso a las tinieblas.
Esto
queda de manifiesto en las revelaciones de la Virgen del Buen Suceso a la madre
Mariana de Jesús:
•
Muchas naciones serán castigadas por los pecados de sacerdotes y
religiosos
“Sabe aún que la Justicia Divina acostumbra descargar
castigos terribles sobre naciones enteras, no tanto por los pecados del pueblo,
cuanto por los de los sacerdotes y religiosos, porque estos últimos son
llamados, por la perfección de su estado, a ser la sal de la Tierra, los
maestros de la verdad y los pararrayos de la Ira Divina”.
•
Por servirle a medias, renegará Dios de muchas almas
El Niño
Jesús reveló a la madre Mariana que muchas almas religiosas y sacerdotales
“quieren servirme a medias, conservando
sus caprichos y genios, satisfaciendo en todo sus voluntades y tomando
libertades incompatibles con su estado y profesión. Yo no las tolero; nada por
la mitad me agrada. Yo las abandono y dejo que sigan todos los deseos de su
corazón pervertido para desconocerlas delante de mi Padre Celestial. ¡Ay de
aquéllos y de aquéllas!”
•
Quien debía hablar, callará
“Casi no se encontrará inocencia en los niños ni pudor
en las mujeres, y en esta suprema necesidad de la Iglesia, callará quien a
tiempo debió hablar”.
Esta
grave omisión es repetida por la Santísima Virgen en la siguiente aparición, el
2 de febrero de 1610:
“Campearán los vicios de impureza, la blasfemia y el
sacrilegio en aquel tiempo de depravada desolación, callando quien debería
hablar”.
•
Los que deberían defender los derechos de la Iglesia, darán la mano a sus
enemigos
Nuestra
Madre Santísima hace a su hija dilecta esta terrible
declaración:
“Tiempos funestos sobrevendrán, en los cuales...
aquellos que deberían defender en justicia los derechos de la Iglesia, sin temor
servil ni respeto humano, darán la mano a los enemigos de la Iglesia para hacer
lo que éstos quieran”.
Cuando todo parezca perdido, será el inicio del
triunfo de María
Como en
Fátima, después de la previsión de catástrofes para la Iglesia y la civilización
cristiana, la previsión de una espléndida victoria.
Así, al
tratar de la propagación de las herejías en los siglos XIX y XX, María del Buen
Suceso revela a la madre Mariana de Jesús Torres:
“El
corto número de almas en las cuales se conservará el culto de la fe y de las
buenas costumbres sufrirá un cruel e indecible al par que prolongado martirio;
muchas de ellas descenderán al sepulcro por la violencia del sufrimiento y serán
contadas como mártires que se sacrificaron por la Iglesia y por la
Patria.
“Para libertar de la esclavitud de estas herejías,
necesitarán gran fuerza de voluntad, constancia, valor y mucha confianza en Dios
aquéllas a quienes destinará para esta restauración. El amor misericordioso de
mi Hijo Santísimo, para poner a prueba en los justos esta fe y confianza
llegarán momentos en los cuales, al parecer, todo estará perdido y paralizado, y
entonces, será feliz principio de la restauración
completa”.
Y,
después de referirse a la prevaricación en las filas eclesiásticas, Nuestra
Señora afirma:
“Ora
con instancia, clama sin cansarte y llora con lágrimas amargas en el secreto de
tu corazón, pidiendo a nuestro Padre Celestial, que por el amor al Corazón
Eucarístico de mi Hijo Santísimo ponga cuanto antes fin a tan aciagos tiempos,
enviando a esta Iglesia el Prelado que deberá restaurar el espíritu de sus
sacerdotes.
“A
ese hijo mío muy querido lo dotaremos de una capacidad rara, de humildad de
corazón, de docilidad a las divinas inspiraciones, de fortaleza para defender
los derechos de la Iglesia y de un corazón tierno y compasivo. En su mano será
puesta la balanza del Santuario, para que todo se haga con peso y medida, y Dios
sea glorificado”.
Para
que esto no suceda, el demonio y sus secuaces incitarán “todos los
vicios”, provocando así “toda clase
de castigos, entre ellos la peste, el hambre, la pendencia entre propios y
ajenos, la apostasía, perdiendo a un número considerable de almas... Habrá una
guerra formidable y espantosa... Esa noche será horrorosísima, porque al parecer
humano será triunfante la maldad.
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¿Quién será aquel Prelado santo? Ya
antes, en la aparición de 1599, Nuestra Señora se había referido a él como,
probablemente, un obispo de Quito:
“Llegados los tiempos de oro para éste mi monasterio,
será feliz y premiado de Dios aquel Prelado, hijo mío tan querido, el cual,
conociendo con luz divina la necesidad de la sujeción inmediata a los
[Frailes] Menores [o sea, a los
franciscanos] para la santificación y
perfección de las hijas de mi Inmaculada Concepción, pedirá al Vicario de mi
Hijo en la Tierra que los Menores gobiernen este monasterio... Este día vendrá
cuando la corrupción de las costumbres en el mundo parezca haber llegado al
ápice...”
En otra
aparición la Santísima Virgen también habla del triunfo de la Iglesia, y
menciona a un hijo escogido. Aquí no se refiere expresamente a un prelado, pero
tampoco dice si es la misma persona. Lo cierto es que éste surgirá cuando el mal
parezca triunfante y “la autoridad” haya prevaricado.
“Pero cuando
parezcan triunfantes y cuando la autoridad abuse de su poder cometiendo
injusticias y oprimiendo a los débiles, próxima está su ruina, caerán por tierra
desplomados.
“Y la
Iglesia, cual tierna niña, resurgirá alegre y triunfante, y adormecerá
blandamente, mecida en manos de hábil corazón maternal del elegido hijo mío, muy
querido, de aquellos tiempos. Lo haremos grande en la Tierra y mucho más en el
Cielo, donde le tenemos reservado un asiento muy precioso. Porque, sin temor de
los hombres, combatió por la verdad y defendió impertérrito los derechos de su
Iglesia, por el que bien le podrán llamar mártir”.
Notas.- NO HEMOS PODIDO VERIFICAR LA TRANSCRIPCION, QUE HEMOS TOMADO DEL INTERNET, CON EL TEXTO "ORIGINAL" MANUSCRITO QUE TENEMOS EN MANOS.
1. Este
artículo está basado en la obra Vida Admirable de la Rvda. Madre Mariana de
Jesús Torres, escrita alrededor de 1790 por Fray Manuel de Sousa Pereira
O.F.M. (NOTA: Sobre la autenticidad de esta afirmación tenemos algunas dudas, como las hemos expuesto en este Blog). También fueron consultados los libros Madera para Esculpir la
Imagen de una Santa, Foundation for a Christian Civilization, Nueva York,
1987 (NOTA: es la Primera Edición. Fue hecha una segunda edición en Quito, por la Libreria Espiritual. Ambas ediciones tienen un Prólogo o Presentación escrito por José Luis de Zayas y Arancibia); y, Mensaje Profético de la Sierva de Dios Sor Mariana Francisca de
Jesús Torres y Berriochoa, Quito, 1989, de Mons. Luis E. Cadena y
Almeida.
2. A raíz de la invasión de la Ciudad Eterna por tropas revolucionarias, Pío IX tuvo que refugiarse en Gaeta, de 1848 a 1850. El dogma de la Inmaculada Concepción fue proclamado el 8 de diciembre de 1854, en Roma. Sin embargo, su regreso a Roma no significó que el odio y las maquinaciones contra el Papa cesaran.
3. Santa Beatriz de Silva y Meneses, fundadora de las Madres Concepcionistas, fue canonizada por el Papa Paulo VI el 3 de octubre de 1976.